Para mi hermana menor

5:35 p.m.



Doce años es un tiempo relativo: nos conocemos muy bien a la otra; y, sin embargo, aún no terminamos de limar nuestras asperezas. A pesar de todo, quiero que sepas que yo también tuve tu edad y, no es hasta ahora que te veo cumplir tu propia docena, que recuerdo lo mucho que me hubiera gustado recibir de regalo las palabras que necesité para enfrentarme a la adolescencia.

Lo primero que voy a pedirte es que a medida que crezca tu belleza, crezca tu juicio: si ha de haber alguien a quien quieras imitar -y, por cualquier circunstancia, no sea mamá o yo-, asegúrate de conocer tanto sus sombras como sus luces, no vaya a ser que te dejes seducir de un espejismo y resultes lastimada por sus vidrios cuando estos se quiebren sobre ti.

Que no te preocupe nunca a cuántos puedes encantar y avergüénzate si te llegas a encontrar contando la cantidad de corazones que, por capricho, quieres capturar. Tú no has nacido para ostentar la vulgaridad de una vida insustancial,  y no te detengas nunca a contemplar qué sería de ti si tan solo quizá... pudieras dejarte llevar por una corriente que no avanza sino en sentido espiral. 

Mira que en tu camino habrá personas como tú y también personas que traten de llevarte por el sendero que ellos consideran correcto. Abre tus ojos y limpia  tus oídos: en lugar de tratar con desdén a quienes no piensen ni ejerzan los mismos valores que tú, aléjate de la manera más silenciosa, y nunca advirtiendo por tu propia boca el honor detrás de tu motivo.

Cuando te encuentres a mitad de la madrugada pensando en las cosas que dijiste y en las cosas que no hiciste, quiero que recuerdes que en realidad nada de eso importa y que la gente no piensa tan mal de ti como tú crees. Los pensamientos que consumen tu mente, controlan tu vida; y lo que controla tu vida no debe ser nada más que el deseo de dar amor a los demás. Pero por favor no lo confundas con "complacer": vivir reprimiéndote en favor ajeno sólo te conducirá a la decepción y a la angustia, pues nadie puede hacerte brillar  más que el Amor que llevas dentro.

Ese mismo Amor me lleva a agradecer tu presencia, y asimismo disculparme por las veces en las que parece que no tengo oídos para ti. Nunca ha sido mi intención dejarte de lado, pero cuando crezcas y tengas mi edad comprenderás que este mundo intenta llenarte de distracciones tontas a cada segundo. No lo digo para justificarme, sólo quiero que estés atenta.

También quiero que sepas que ese muchacho por el que ahora te decantas, no es tan grandioso como tú crees: de él es probable que sólo conozcas "juegos de sombras", así que no te dejes fulminar por el tamaño de las ilusiones que haga surgir en ti, porque más adelante, cuando tengas que lidiar con  los relieves de la realidad, te darás cuenta de que el amor y la pasión son mucho más corpóreos y pesados de lo que parecen ahora, pero también son mucho más profundos de lo que dicen por ahí.

Aún así, si alguna vez necesitas hablar, yo estaré dispuesta a escuchar.

Querida hermana menor, todo las cosas buenas que hago son para darte un mejor ejemplo a ti. Eres parte de mi motivación y no tienes idea de cuán feliz me hace escucharte tan orgullosa frente a tus amigas aquello que has aprendido de mí: es en esos momentos donde sé que verdaderamente estoy haciendo la cosas bien y que me estoy convirtiendo en aquel lugar en el que podrás apoyarte cuando mamá y papá no estén.

Por siempre,

Tu hermana


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