El arte no es una deidad.

No es un hombre con derecho
a comportarse como salvaje;
ni un salvaje con derecho
a ser tratado como hombre.

No es un vehículo con licencia
para conducir sobre una llanura de inocentes;
ni un colectivo de inocentes con derecho
a arrollar a un culpable.

El arte es un don para el hombre
al servicio del hombre;
sometido a él
y nunca al revés.

¿Qué mas bello puede haber 

que la capacidad de tocar al otro 

sin tener que tocarlo realmente?

Es una muestra
de la inmortalidad de nuestra alma.
Y también la estela de polvo que queda
cuando nuestros sueños se consumen al amanecer.
Y es el hilo abstracto que borda
nuestra realidad.
Y la muestra de que quizá
sí somos algo más que polvo estelar.

El arte es todo eso y hasta un poco más.
Podría               serlo                           todo,
pero
                   no
                              una
                                                 deidad.