La Trascendencia, "Roma" y yo

7:20 p.m.


Para mí, una vida trascendente era el equivalente a un haber de hechos extraordinarios en la lista de mi existencia y no la extraordinaria narración de una vida sencilla pero densa.

"Tener mi nombre en el senescyt para ser titulado; trabajar como esclavo para hacerme con unos cuantos dólares; invertir en terapias de reformación para mis hijos (también pareja); finalmente gastar en libros de autoayuda para descubrir quién soy y recordar qué quería". 

¿Les suena familiar?

Esta semana voy a procurar no hablar desde mi habitual tono aleccionador. Estoy igual de perdida que el resto de mi generación en esta materia, por lo que advierto no traigo más consejo que la perspectiva oscura de lo que hasta ahora he entendido significa la palabra "legado" o, como yo prefiero llamarle, "transcendencia". Aunque no se sorprendan si este último término se le queda grande a esta entrada. Deben saber también que este tema ha estado cortejándome desde que escribí 18 y "nada", pero esto es así siempre: termino de redactar una entrada, la publico y lo que creo que serán 30 días de quietud mental, se reducen -con generosidad- a 3... entonces la idea deambula con impaciencia por mi cabeza hasta que reúno suficientes estímulos y el universo y yo damos por concluida nuestra conspiración.

Verán, cuando era pequeña solía pensar que la única forma de sobresalir y dejar huella en el mundo sería realizando grandes proezas que implicaran destacar en alguna carrera artística. No eran ni el brillo ni las luces, sino algo más relacionado con escribir mi nombre en la lista de personajes históricos destacados de mi época, no podía dejar que mi existencia pasara inadvertida. Quedar plasmada sólo en la mente de quienes estaban en mi círculo no era pensar en grande. Era el mundo o nada. El tiempo pasó, yo crecí y pese a que mi concepción del mundo al que quería conquistar cambió, mi concepción sobre lo intrascendente no. Cumplí 18 y la  idea de la 'distinción entre las masas' como boleto directo al canon de la posteridad aún parpadeaba en los rincones de mi inconsciente, negándose a extinguirse sin una buena razón. Para mí, una vida trascendente era el equivalente a un haber de hechos extraordinarios en la lista de mi existencia y no la extraordinaria narración de una vida sencilla pero densa.

Sencillo no es sinónimo de irrelevante

No había mayor condena para Victoria que ser relegada a un papel secundario -si no de relleno- en la obra del tiempo. Ni qué decir del obtener el protagónico en una "vida sencilla". Sin embargo, y en contra de mis instintos naturales, algo me decía que quizá (o seguramente) estaba equivocada, que a lo mejor estaba concibiendo este concepto [la trascendencia] mal. Yo necesitaba pruebas. Comencé a cuestionar qué podría haber detrás de mi prejuicio: si era más una cuestión de vanidad o de temor al olvido. Si era lo primero, ¿por qué le daba a los demás tanta importancia? y, si era lo segundo, entonces ¿no estaba peleando contra algo que superaba mis posibilidades?. Caminé una larga temporada entre la estrechez de ambas y apenas me elevé.  Pero aprendí a escalar.

Y llegó "Roma".

Fotografía de 'Roma' (2018)

Roma sigue la vida de Cleo (Yalitza Aparicio), una empleada doméstica de orígenes indígenas que trabaja para una familia mexicana en una colonia de clase media en los años 70. Dejando de lado los aspectos técnicos y la permanente sensación de estar metiendo las narices en la intimidad de un hogar ajeno, destaco esta historia porque no pretende ser una oda a los grandes acontecimientos ni a los discursos soberbios. Por primera vez en mucho tiempo se exalta la sobriedad y el silencio de una forma que logra incluso convencer a los más escépticos de que es posible alcanzar sustancialidad a través de la sencillez. Claro que cuando digo 'sencillez' no me refiero a la carencia material y menos al desdén por lo opulento; cuando vean la película -si logro influenciarlos lo suficiente-, se darán cuenta de que la sencillez a la que me refiero es aquella vinculada con uno de los atributos más nobles del ser humano: su capacidad de trascender por medio de los demás, es decir, su capacidad de plasmar una huella en las mentes y corazones de los otros y renacer de sus frutos.

Hoy la historia va de una mujer que yendo más allá de su trabajo vivirá por siempre ya no sólo en la memoria de la familia a la que cuidó, sino en la del mundo entero y sin siquiera haberlo ambicionado; hoy la historia va de un hombre que con su talento inmortalizó a alguien que, de otra manera, hubiera pasado por la historia como una simple mortal. Nunca se trató de qué o quién lo hizo, mas sí de cómo y con cuánta pasión. Si prestan atención, Roma es el claro ejemplo de que todos podemos y debemos buscar la trascendencia.  ¿Qué sentido tendría la existencia, sino?


Todo está dentro de nuestras posibilidades

Y no es que ya no desee grandes acontecimientos ni emociones fuertes, digo, soy una aspirante a escritora de casi 19 años ¡claro que quiero vivir cosas emocionantes!... pero he decidido que mi vida ya no gira en torno a su búsqueda porque sé que si continúo haciendo lo que amo con pasión y disciplina lo demás es sólo cuestión de tiempo.  Eso sí, continuaré resistiéndome ante quienes piensen que conformismo es lo mismo que sencillez. El conformismo es el padre de la mediocridad y en nada se parece a la profundidad y elegancia que pueden caber en la simpleza.



La cuestión no es empeñarse en subir cada peldaño como si fuéramos máquinas de hacer, hacer y hacer. Ahora sé que la vida no se mide en cuántas cosas hemos hecho sino en cuántas de estas realmente nos han hecho sentir realizados. Al principio de la entrada escribí un fragmento que resume la vida de muchos adultos de mediana edad actual. Todo porque nos están programando para no parar jamás, para hacer tanto que se nos olvide qué estamos haciendo. Para seguir un camino de "éxito" que no funciona para todos y para descartar a aquel que busca otra vía. ¿Que cómo hallaré el equilibro entre todo esto? No tengo idea, sigo en prueba y error. Lo único de lo que estoy segura es que haber tomado consciencia ya es un primer gran avance y que, en las buenas y en las malas, me sentaré aquí a reportarles cómo va. 


Y tú, ¿ya viste Roma? ¿ya pasaste por una crisis similar? Déjame saberlo en los comentarios.






Pd: No olviden que también está la caja mágica en la que pueden cotillear conmigo de forma anónima cualquier cosita que se les venga a la mente, sólo pinchando aquí


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2 comentarios

  1. Buen post, y buena recomendación (Roma).
    Solo me gustaría añadir: "Ser grande no es cuestión de tamaño sino de actitud"... Dá gusto ver tu pasión y constancia, en mi opinión vas por buen camino!.
    Un saludo.

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